lunes, 3 de mayo de 2010

16. EL REGISTRO DOCUMENTAL

El registro de un documento es un asunto de suma seriedad para todos los bibliotecarios, pues algunos consideran que es aquello que nos hace profesionales, mientras otros enfatizan su importancia para poder asegurar que estén disponibles los recursos bibliotecarios y para la realización de los servicios para el usuario.
La enseñanza de esta materia para los bibliotecarios con mucha facilidad se puede convertir en algo sumamente tortuoso, principalmente debido a la falta de claridad entre los docentes sobre los principios y procesos que sustentan el trabajo de elaboración de los registros, por lo que prefieren apelar a que los alumnos memoricen las reglas de descripción, y a que sean meticulosos y obsesivos en el trabajo de registro.
Pese a lo desagradable de su aprendizaje, los bibliotecarios somos generalmente identificados en el mercado laboral como catalogadores, por lo que nos guste o no hay un viento que nos empuja a trabajar haciendo registros. Esta situación incómoda lleva a resultados peculiares, como uno que encontré en la Biblioteca Nacional de México, donde alguien asignó el epígrafe “LITERATURA ERÓTICA” a un libro del Nuevo Testamento. También cuando en el catálogo central de un gran sistema bibliotecario universitario notamos las diferencias de normalización en los asientos de los nombres de los congresos. O el caso de una biblioteca académica, en cuyo catálogo nos enteramos que doña Eugenia Grandet fue traductora de los libros de Honorato de Balzac. O un caso todavía más interesante de una biblioteca nacional sudamericana, donde decidieron cambiar en todo su catálogo nacional el epígrafe “MIGRANTES” por “DESPLAZADOS”, sin darse cuenta de la transformación de sentido que ocasionaron. Así abundan casos que podrían muy bien ser materia de varios textos que aliviarían un poco las tensiones de la enseñanza para la confección de registros. Una inferencia de estos casos es que no cualquier bibliotecario debería tener permitido catalogar, aunque supuestamente esté facultado para ello.
Por otra parte, en el ensayo 11 hemos visto que en la definición de documento es muy importante notar que la información está fijada en un soporte físico, por lo que en la descripción de este documento, y el registro de esa descripción, se deben considerar esos dos elementos. Es así que uno de los objetivos del registro es la representación de ese documento en lo que se refiere a la información fijada en el soporte, y sobre el soporte mismo; esto es, se genera un sustituto del documento (el registro) que permite su identificación dentro de un compendio de registros (catálogo, bibliografía o índice) y que brinda elementos para decidir si se quiere buscar, encontrar y consultar ese documento. Otro objetivo del registro debe ser introducir al usuario al universo relacional del contenido de la información que porta el documento. Para comprender mejor el alcance de estos objetivos, y a modo de ejemplo, si tan sólo nos limitáramos a un catálogo de alguna biblioteca, notaríamos que se espera que sea un instrumento eficiente para averiguar:
A. Si la biblioteca tiene un libro particular especificado por:
A1. Su autor y título.
A2. Si no hay autor, sólo por su título.
A3. Si el autor y el título no son apropiados o son insuficientes para la identificación, un subtítulo conveniente para el título.
B. Sobre la obra:
B1. Cuáles obras son de un autor particular.
B2. Cuáles ediciones de una obra particular tiene la biblioteca.
B3. Cuáles otras obras del mismo tema tiene la biblioteca.
Notamos en este caso que los conceptos de autor, título, subtítulo, edición y tema sirven como identificadores de la información fijada en los distintos documentos, en tanto que la noción de “obra” se refiere al contenido completo o a la idea que transmite la información fijada en el soporte. Además, siempre que sea posible o identificable, tendremos un autor y/o un título para cada obra, pues estos elementos permiten su identificación al trasladar la obra a otros soportes.
Al hacer registros de documentos se consideran los siguientes factores:
(a) El repositorio de los documentos.
(b) El tipo de documentos (identificados por sus dos componentes).
(c) Los fines que se piense dar al registro,
Dependiendo de las diferencias de estos factores se puede nombrar a los registros y a sus compendios de formas distintas. De esta manera, cuando se registra el acervo de una biblioteca, en una parte o en todas sus colecciones, con la finalidad de permitir el uso de ese acervo, tenemos un registro catalográfico que se incluye en un catálogo.
Si no es importante el repositorio, pudiendo registrarse cualquier tipo de documentos, con fines de conocimiento, difusión o servicio, hacemos registros bibliográficos y se les pone en una bibliografía.
Cuando no es importante el repositorio, se registren partes de documentos, y se hace con fines de difusión o servicio, tenemos registros de indización, que se compendian en un índice.
Además de los problemas antes indicados para el registro documental, hay otros varios que tampoco se han resuelto, de entre los cuales encontramos las dos grandes categorías siguientes:
(1) Si el registro debe enfocarse en el documento o en los requerimientos del usuario.
(2) Si es posible una forma normalizada de descripción de todos los tipos de documentos.
En el primer grupo tenemos un dilema, pues por una parte están los catalogadores, incluso agrupados en organizaciones nacionales e internacionales, que dicen que el registro se hace sobre el documento, y que debe enfocarse en él. En la contraparte, el personal que proporciona los servicios, además de muchos académicos de la bibliotecología, encuentran reiteradamente evidencias de que los usuarios enfrentan dificultades para utilizar o comprender los registros y los compendios de registros. Es por ello que el registro puede convertirse en una barrera al acceso más que ser una ayuda.
El segundo agregado de problemas tiene una larga historia en el quehacer bibliotecario, que desde hace 20 años comenzó a remontar una nueva etapa que se espera culmine pronto con las Reglas de descripción y acceso a los recursos (RDA) y con el modelo FRBR para la presentación de los registros en línea. Sin embargo, persisten muchas dudas sobre el cambio de enfoque que se promueve con estos esfuerzos, pues en el fondo no se resuelve un problema de origen al respecto del registro documental: La naturaleza cristalizada y presuntamente objetiva de la descripción frente a la naturaleza histórica y subjetiva de los seres humanos, que pueden realizar la descripción o interpretarla de muchas maneras.
Observamos que los problemas del campo de estudio y desarrollo en torno al registro documental son muy variados y complejos. Por tal motivo, este tema lo seguiremos viendo en otra ocasión.

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