lunes, 10 de mayo de 2010

17. EL PROBLEMA DE LA INTERFAZ

Cuando nos arriesgamos a mudar de conceptos para mirar los mismos objetos, podemos observarlos desde ángulos distintos que aportan facetas que antes no habíamos tomado en consideración. Es así que si pensamos las barreras al acceso a la información (vid. ensayo 14) a través de la noción de “interfaz”, que no es privativa de los estudios y las prácticas de la interacción hombre-máquina, podemos asomarnos a un novedoso y amplio campo de problemas.
La interfaz es el conjunto de las intermediaciones, mediaciones o interacciones concebidas y posibles entre una tecnología y un usuario. Estas interacciones dependen de los componentes de significación que aporta la tecnología al usuario, así como del conocimiento y experiencias previos del usuario con tecnologías iguales o parecidas.
De esta manera, una tecnología puede tener elementos organizativos, gráficos y lógicos que se presentan como necesarios a un potencial usuario, y que requieren su manipulación para hacer posible el uso de esa tecnología.
Es de notar que las interfaces pueden ser parte de problemas, por ejemplo en las siguientes situaciones:
A. Cuando no están bien diseñadas, como en los casos que relata el estudio de Tramullas, Garrido y Navarro (2005), en el que se refieren a proyectos de digitalización que no se basan en las necesidades de los usuarios y que por ello les son de utilidad limitada.
B. Cuando dejan de ser operativas, como ocurre cuando una biblioteca se vuelve disfuncional (Nyundu, 2005).
C. Cuando es difícil su introducción en un medio, como se aprecia en un ejemplo curioso y divertido con el libro como tecnlogía con una interfaz nueva y complicada, en el video que se presentó en el programa de televisión noruego Øystein og jeg (NRK, 2001).
En este punto, es importante aclarar lo que entendemos por tecnología, pues es el “producto de una unidad compleja, en donde forman parte: los materiales, los artefactos y la energía, así como los agentes que la transforman” (Osorio M., 2002, cita a Quintanilla). Lo característico del desarrollo tecnológico es la innovación, que puede ser rastreada en la historia de la humanidad particularmente por su impacto en la organización, los valores y la cultura.
Las tecnologías se crean y recrean pensando en usuarios ideales, por lo que cuando se ponen en contacto con usuarios reales es importante conocer lo que ocurre durante las interacciones. Las interfaces pueden ser reconocibles (en cada ocasión, el usuario debe poder reconocer las acciones que debe realizar con la tecnología), generalizables (cuando el usuario encuentra los componentes disponibles en otras varias tecnologías), accesibles (cuando se manifiestan rápidamente al usuario), predecibles (cuando el usuario puede anticipar la funcionalidad de los componentes tecnológicos), amigables (cuando resulta fácil el uso; ahora también se les llama “usables”), intuitivas, o bien incorporar otros valores, como la movilidad, la adaptabilidad, etc.
Por ejemplo, una interfaz amigable puede involucrar las siguientes técnicas (García Marco, 1995):
(1) Combinar códigos comunicativos distintos para generar redundancia.
(2) Organizar y estructurar en niveles jerárquicos para propiciar la mnemotécnica.
(3) Propiciar la inferencia metafórica, por ejemplo, a través de elementos de representación gráfica.
(4) Procurar ayudas textuales y gráficas, tanto generales como locales.
(5) Procurar ayudas procedimentales, que simulen la asesoría de un experto de manera encubierta o transparente.
Un corolario de esta noción es que una biblioteca es una tecnología, en la que un conjunto de documentos, una instalación –que puede ser física o digital-, recursos humanos, recursos lógicos (procedimientos de procesos y servicios) y otros varios componentes se reúnen en una configuración sistémica destinada a un fin. Cuando un individuo entra a la biblioteca, encuentra una disposición de los componentes que le puede resultar más o menos reconocible, accesible, predecible, amigable, etc. Es así que varios de los muebles del interior de la biblioteca física serán reconocibles o de uso predecible, como las mesas, las sillas y los estantes, mientras que el kárdex puede ser inmanejable para algunos usuarios, y ni que decir de la lectora de microformatos.
Un libro es una tecnología con varios siglos de existencia, que ha evolucionado con cambios de materiales, diseños gráficos y formas de uso. Quienes conocen las edades del libro saben que no es lo mismo uno del siglo XVI que uno del siglo XIX, ni ambos son iguales a uno del siglo XXI. Además, el libro es una tecnología que porta otras tecnologías, pues los caracteres gráficos y figurativos que constituyen su contenido requieren de formas de manipulación distintas, aunque no ajenas, que su soporte portador. La interfaz del contenido se llama “lectura” (vid. ensayo 12) y aún constituye uno de los más grandes retos de la comunicación humana, que involucra aspectos mecánicos, funcionales y sociales. Sólo después de varios contactos con distintos libros, el sujeto cae en la cuenta de que la interacción es generalizable y reconocible, aunque pueda no parecerle amigable.
Vemos con este nuevo lente conceptual que la organización de las bibliotecas y el ofrecimiento de sus servicios no es algo que naturalmente puedan utilizar las personas. Sin embargo, esto lo sabemos los bibliotecarios desde hace más de 100 años, cuando se creó la instrucción bibliotecaria, luego llamada “formación de usuarios”, también nombrada “educación de usuarios” y que ahora se conoce como “desarrollo de habilidades informativas”. Así, parece que nuestras soluciones a los problemas de la bibliografía y la documentación enfrentan una población renuente a aprender y a comprender los grandes esfuerzos y las innovaciones que hacemos.
Quizá el problema sea tan complejo que requiera otros conceptos para aclarar las cosas, o tal vez si usáramos los sombreros para pensar de De Bono o las zapatillas rojas de Dorothy en el mago de Oz tendríamos nuevas y más orientadoras visiones. De cierto, este es un problema tan interesante y amplio que debemos continuar con él en otra ocasión.

Bibliografía
García Marco, F.J. (Ene. 1995). Interfaces amigables para la recuperación de información bibliográfica. Scire, 1(1), 127-148.
NRK (Productora). (2001). Medieval helpdesk with English subtitles [Video]. Recuperado: 10 may 2010. En: http://www.youtube.com/watch?v=pQHX-SjgQvQ.
Nyundu, L.P. (2005). The Importance of media centres in primary schools in the North-West Province. Mini-dissertation presented in partial fulfilment of the requirements for the degree, University of Johannesburg. Recuperado: 10 mayo 2010. En: http://ujdigispace.uj.ac.za:8080/dspace/bitstream/10210/568/1/NyunduLP.pdf.
Osorio M.C. (Ene. 2002). Enfoques sobre la tecnología. Recuperado: 10 mayo 2010. En: http://www.oei.es/revistactsi/numero2/osorio.htm.
Tramullas, J., Garrido, P. y Navarro, D. (2005). Evaluación de las bibliotecas digitales de impreso antiguo: Análisis de tareas de usuario y requerimientos de interfaz. Recuperado: 10 mayo 2010. En: http://cedi2005.ugr.es/2005/pdf/25/983.pdf.

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