lunes, 27 de septiembre de 2010

24. LEGITIMIDAD DE LA BIBLIOTECA

Me encuentro en Mérida y hoy empecé a impartir uno de los módulos del Diplomado de Formación de Traductores Tecnológicos, que está dirigido a mayas. Me ha tocado tratar sobre la producción social de las tecnologías. Nuestros traductores deben ejercer su acción desde la biblioteca pública, por lo que un par de condiciones que estoy tomando en cuenta para que las tecnologías puedan ser socialmente significativas es la legitimidad de la biblioteca pública y la de las propias tecnologías.
Las bibliotecas son lugares que casi siempre están asociados a valores positivos (Santos Corral, 2009, p. 44). Sirven a las personas para proporcionar información y documentos para la educación, la toma de decisiones y para realizar ciertas acciones. Sin embargo, la misma autora reconoce que para que su cometido sea efectivo se tienen que considerar las estructuras de significación que se deben tejer alrededor del uso de las herramientas de comunicación, así como la capacidad de apropiación de los individuos. En este sentido, se requiere tener en cuenta factores como los escasos hábitos de lectura, la capacidad y habilidad tecnológica, la relación de los documentos y los equipos con la vida cotidiana de los habitantes de las comunidades, o la valoración que se establece entre aquéllos y éstas (Ibid., p. 46).
La Red Nacional de Bibliotecas Públicas cumplió hace unos días 27 años de haber sido concebida. Actualmente tiene más de siete mil repositorios de documentos de acceso público y gratuito en más del 90% de todos los municipios del país. Sin embargo, la situación no es halagüeña, pues cuando nos acercamos a ver el estado de cada biblioteca, encontramos que muchas se encuentran en edificios viejos, con colecciones pobres o desactualizadas, con medios de búsqueda manuales, instalaciones carentes de mantenimiento, sin alguno o todos los servicios (luz, agua, teléfono, Internet), a menudo con un bibliotecario que sirve de muy poca ayuda, si es que encontramos al bibliotecario, y con una asistencia diaria promedio de entre tres y cinco usuarios.
Con las proporciones guardadas, algo parecido ocurre con las bibliotecas escolares y universitarias del sector público, mismas que viven dependiendo del acceso a los recursos del gobierno federal ya que sin estos ingresos poca cosa podrían hacer, dado que generalmente sus instituciones de adscripción o los gobiernos de sus estados o municipios no muestran aprecio por ellas. Otra situación se vive con este tipo de bibliotecas en el sector privado, pues ahí se les maneja como un servicio más que se contabiliza en las cuotas periódicas que deben pagar sus clientes, por lo que muchas veces las olvidan cuando termina el período del contrato.
Muchas bibliotecas especializadas y todas las nacionales de México dependen también de recursos gubernamentales federales, lo cual no viene más que a contribuir a esta situación rara que vivimos en el campo bibliotecario nacional, que redunda en formas de organización jerárquicas y dependientes de actitudes paternalistas que descienden de la cúspide, además de casi paralizar toda acción particular en materia bibliotecaria. Es importante aclarar que los bibliotecarios profesionales de este país están muy acomodados a la situación imperante, lo cual lleva a que generalmente carezcan de los conocimientos, las habilidades y las actitudes para conducirse de otro modo, además de que no tienen ningún motivo para cambiar este estado de las cosas.
Las bibliotecas mexicanas parecen instituciones completamente ajenas a las comunidades donde se encuentran, salvo algunos pocos casos que he conocido en donde la población en ocasiones realmente manifiesta un aprecio por la biblioteca. Lo anterior me ha llevado a dudar mucho sobre la necesidad de que haya una biblioteca en aquellas comunidades que la tienen como ajena, aún más luego de saber sobre la forma como se dan las cosas en algunos países, donde se han creado o se mantienen bibliotecas por la voluntad de las personas. Como indiqué antes, la razón de esta inquietud es porque en México las bibliotecas sólo pueden existir por la voluntad de los gobiernos, ya que 99.99% de las que tenemos dependen económicamente del sector educativo o del subsector cultura, y sin estos recursos difícilmente podríamos pensar en su existencia.
Antes creía que el relativo interés de las personas por la biblioteca en México debía ser porque la sentían como una institución impuesta, en la medida en que su creación y establecimiento resultaban de una acción gubernamental que se ejercía sin consultarles. Sin embargo, ahora me parece que la cuestión tiene que ver más con un problema de buenas intenciones que llevan a crear bibliotecas, pero que no llegan a concretarse en acciones para legitimarlas en la sociedad.
Lo legítimo es aquello conforme a las leyes, justo o lícito, cierto, genuino y verdadero en cualquier línea (RAE, 2001). En este sentido, algo es legítimo cuando:
1. Sus cualidades y condiciones generan su ser y parecer.
2. Su ser/parecer y permanecer es constante e invariable en la mente de las personas.
3. Su existencia, y aquello para lo que existe están permitidos y tienen una razón.
Resulta así que para referirnos a la legitimidad de la biblioteca debemos considerar lo que las personas piensan de ella (su ser y parecer; su permisividad y su razón de ser), preferentemente aquéllas que no la utilizan o las que estén definidas como no-usuarias.
Podríamos asumir entonces que aquello que piensan las personas de las bibliotecas tiene que ver con la difusión que se haga sobre su existencia, sus recursos y sus servicios. Asimismo, si dejamos de lado las cualidades y condiciones de la institución para centrarnos en su razón de existir, tendremos que las bibliotecas están para ser usadas cuando se busca información y documentos. De esta manera, cuando tratamos sobre la legitimidad de la biblioteca nos podemos referir a factores que garantizan su presencia ante las personas y a los usos que las mismas realizan con ella.
Tener presente la biblioteca es al menos saber dónde se localiza, en qué horario presta sus servicios y tener una opinión o recomendación sobre ella. En caso de que no haya este conocimiento mínimo en la población, estamos ante un problema de la biblioteca (falta de permanencia en la mente de las personas), que en parte podría resolverse con promoción o difusión entre los miembros de la comunidad. También existe la presencia diferenciada de la biblioteca para las distintas clases sociales, que en un mundo tan diverso como el nuestro cobra un especial sentido y es de gran importancia tomarlo en cuenta.
Los usos de la biblioteca también conforman la legitimidad, pues si nadie usa la biblioteca resulta claro que no está legitimada en la comunidad potencial para la que fue definida. En algunas bibliotecas, una afluencia raquítica de asistentes tampoco se considerará legítima. En este sentido, el uso de la biblioteca parece convertirse en una cuestión de números, por lo que bien podríamos hablar de un punto de legitimidad, a partir del cual la biblioteca ya pueda ser considerada legítima porque brinde servicios y recursos a una cantidad de usuarios.
A este respecto, son varios los componentes de la biblioteca a considerar para que los usuarios se hagan frecuentes: La calidad y la diversidad/especificidad del acervo, la diversidad y calidad de los servicios, el horario adecuado y, a veces, flexible, el ambiente que traduce el espacio físico/virtual y, sobre todo, el trato de los bibliotecarios.
Si nos trasladamos a las bibliotecas universitarias, notaremos que hoy para muchos les resulta impensable el acceso al catálogo por vía manual, más si estamos en una organización privada. Sin embargo, no es mal visto que las bibliotecas públicas sigan con catálogos manuales. En el primer caso, la biblioteca universitaria privada perdería legitimidad ante las personas si regresara al uso de un catálogo manual, mientas que en el caso de la biblioteca pública su presencia se trataría como un mal menor o una necesidad. De esta manera, tenemos que las comunidades son las que legitiman la institución bibliotecaria, sus recursos y sus servicios, al tenerla presente o al usarla.
Continuando con las bibliotecas universitarias, notemos que en el año 2006 se realizó una encuesta a usuarios y usuarios potenciales de la Biblioteca Central de la UNAM para conocer sobre el uso de los recursos electrónicos de información por parte de los estudiantes y los profesores (González Marín et al., 2009). Los resultados arrojaron lo siguiente:
a) 69% de los alumnos conocen los recursos electrónicos generados por la propia institución, aunque sólo 54% los usan. De ese 15% que conocen pero no usan los recursos, se encontró que 28% dijeron que no les interesan, 23% que no saben usarlos y 18% que no les sirven.
b) En el caso de los recursos electrónicos suscritos por la UNAM, 12% de los alumnos manifestaron conocerlos pero no usarlos. De entre ellos, 32% dijeron que no les interesan, 25% que no sabe usarlos, 10% que no les sirven y 9% que su uso es complicado.
c) Cinco por ciento de los profesores conocen pero no utilizan los recursos electrónicos generados por la UNAM; de entre ellos, 48% dice que no les sirven, 23% no sabe usarlos y a 17% no les interesan.
d) Ocho por ciento de los profesores conoce pero no usa los recursos electrónicos suscritos por la misma institución, y de entre ellos 48% dicen que no les sirve, 29% que no les interesan y 13% no sabe usarlos.
Es así que entre el 69% y el 76% de los alumnos conocedores de los recursos manifestaron algún problema de legitimidad de los mismos; en tanto, cerca de 90% de los profesores que conocían pero no usaban los recursos se expresaron igual. Las formas de deslegitimación de estos recursos fueron por falta de una razón de ser ("no me interesa" o "no me sirve") o por falta de habilidad para el uso ("no sé usarlo" o "es de uso complicado").
En un estudio que se hizo en México para evaluar el impacto en la sociedad del Programa de Acceso a Servicios Digitales en Bibliotecas Públicas (PASDBP), se encontró (Santos Corral et al., 2006, p. 59) lo siguiente:
1. Que los bibliotecarios hacen promoción en las escuelas, aunque las personas más bien se enteran de lo que pasa en la bibliotecas cuando la visitan (entre 57.3%-70%) o por amigos, vecinos o familia (entre 23.75%-13.9%, en este orden por decrecimiento).
2. Que a pesar de las recomendaciones internacionales, las principales barreras para el acceso a los equipos de cómputo y a la Internet en la biblioteca son el cobro de los servicios y la exigencia de una identificación (Santos Corral et al., 2006, p. 60). Además, se siguen encontrando bibliotecas con letreros que condicionan el uso de los equipos a que los usuarios lean primero el material impreso.
3. Que influyen mucho en la legitimidad otros problemas, como el ausentismo de los bibliotecarios que ocasiona horarios de atención irregulares, así como los problemas interpersonales y los conflictos políticos locales (Santos Corral et al., 2006, p. 61).
A esto agregan los autores que “en lugares donde la operación de las bibliotecas no está plenamente institucionalizada ni legitimada, estos factores han provocado que los usuarios no asistan a estos lugares, ni aún con la llegada de las computadoras”.
Santos Corral (2009, pp. 48-50) propone los siguientes indicadores de legitimación de la biblioteca pública:
A. Función social: Tiene espacios e instrumentos, y se construye fundamentalmente a partir de lo que los usuarios pueden hacer en la biblioteca y con los recursos. Por ejemplo, algunas funciones de la biblioteca pública son proporcionar información, servir para hacer tareas, ser guardería, servir para brindar información, o ser refugio.
B. Recursos requeridos para la apropiación de la biblioteca: Son las herramientas tecnológicas, las capacidades y las habilidades de lectura, así como la capacidad de hacer búsqueda.
C. Expectativas que genera la biblioteca y sus recursos: Estas expectativas se ubican en los usuarios y en los no-usuarios, tales como los actores de apoyo local, las autoridades y los grupos que se oponen al uso de algunos recursos, como las computadoras.
D. Principales usos de la población local: Se debe considerar si la biblioteca impone un uso, si se detectan heterogeneidades en el uso prescrito, o si la biblioteca no supera una posición marginal o de estancamiento con la llegada de nuevos recursos, particularmente los tecnológicos.
E. Oferta cultural-recreativa del entorno donde se ubica la biblioteca: Se consideran, por ejemplo, las escuelas, los cines, los espacios de entretenimiento y recreación, así como las actividades culturales.
F. Formas de consumo y socialización de la biblioteca: Por ejemplo, vista como centro de información, como espacio de encuentro y socialización, como lugar para realizar búsquedas más actualizadas y pertinentes, como sitio para usos escolares, o como lugar donde se encuentran la cultura libresca y la cultura informática.
De esta manera, la legitimidad es algo que debería interesarnos a todos los bibliotecarios, así como a todos los que trabajamos en el campo de la información. No obstante, el problema de la legitimidad de las bibliotecas es complejo, por la diversidad de actores, situaciones e intereses involucrados. Podemos notar con facilidad que varios de los planteamientos que hacen los bibliotecarios progresistas de México y otros países tienen que ver con este asunto. Sin duda, este es un problema muy atractivo, como para invitarnos a seguirlo tratando en otra ocasión.

Bibliografía
González Marín, S. et al. (2009). Recursos electrónicos de información en la UNAM: Diagnóstico de uso entre estudiantes y profesores. México: UNAM, DGB.
Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española. 22a ed. Madrid: RAE. Recuperado: 20 sept. 2010. En: http://www.rae.es.
Santos Corral, M.J. (2009). Legitimando las TIC y las bibliotecas públicas. En: Santos Corral, M.J. y Gortari Rabiela, R. de. (Coord.). (2009). Computadoras e Internet en la biblioteca pública mexicana: Redefinición del espacio cultural. México: UNAM, IIS; Prentice Hall.
Santos Corral, M.J. et al. (2006). Acceso tecnológico: Una Reinterpretación de la biblioteca pública mexicana. México: Conaculta, DGB.

jueves, 16 de septiembre de 2010

23. COMUNICACIÓN Y HEURÍSTICA DE LOS BIBLIOTECARIOS

Hace algún tiempo, un alumno de bibliotecología me decía que tenía problemas para iniciar su tesis, pues todos los temas de investigación se habían agotado. Me causó gran sorpresa escucharlo y de inmediato le enumeré algunos problemas de nuestro quehacer, mismos que podría tratar en su trabajo recepcional. El alumno quedó muy sorprendido y dijo que lo iba a consultar con un maestro, pues no estaba muy seguro de que los temas que yo le proponía fueran propiamente bibliotecológicos.
Esta situación de definir lo propio y distinguirlo de lo ajeno es un asunto que impregna de varias maneras el universo bibliotecario, aunque mayormente sólo establece barreras que dificultan la comunicación que deberíamos tener con el resto de las profesiones y disciplinas. Otro asunto resulta de que esta situación también sirve para acotar los intereses de los bibliotecarios.
Lo anterior no obsta para que haya colegas que incursionan en otros ámbitos buscando dar salida a sus inquietudes. Así, los hay que son ávidos lectores de tratados pedagógicos, sobre sistemas computacionales y de redes, de antropología, sociología o derecho, de diseño de interiores, de diseño gráfico, y de otras varias islas de conocimientos. También hay bibliotecarios que acuden a conferencias, cursos, talleres y seminarios de otras disciplinas.
Hace no mucho, encontré un ejemplar pasado de la revista Entrepreneur que estuvo dedicado a exponer las 100 ideas para emprender, a manera de una guía para hacer negocios innovadores. De entre la lista que exponen encontré los siguientes que me parece pueden ser fuente de ideas para los bibliotecarios:
1. Ludoteca. A continuación incluyo el texto que aparece en la revista.

Este me ha parecido muy interesante porque en todo tipo de bibliotecas se puede y debe considerar el juego como una fuente de liberación de estrés, como un medio para fomentar la creatividad y como una forma de cambiar la imagen que los bibliotecarios tienen de estos recintos, y ni que decir de la imagen que puedan tener los usuarios. Existen ejemplos del uso de juegos en bibliotecas universitarias, públicas y escolares, aunque se les puede tener en cualquiera. El sitio web que se indica ya cambió, pues ahora es http://www.lajirafacongafas.mex.tl.
2. Club de tareas. El texto de Entrepreneur es el siguiente:Aquí mencionan la presencia de psicólogos y pedagogos, a los cuales bien se podría invitar a trabajar estos temas en las bibliotecas escolares y públicas. Algo realmente nuevo sería que esto pueda hacerse en bibliotecas universitarias. El sitio web es el mismo.
3. Centro móvil de videojuegos y Bar de videojuegos. A continuación los textos.Cada vez hay más comentarios sobre el valor del videojuego como fuente de conocimiento. Yo tuve la oportunidad de conocer a bibliotecarias lituanas que hicieron un acuerdo con el Ministerio de Educación de su país para hacer actividades educativas con estos recursos en sus bibliotecas. En el primer caso que aquí se muestra, se trata de una unidad móvil, lo cual podría funcionar para bibliotecas escolares, públicas y universitarias. La otra idea fue de alguna manera expuesta hace algunos años por el escritor yucateco Óscar Sauri Bazán, aunque él más bien pensaba hacer un bar de animación a la lectura. El sitio del centro móvil está en inglés y el del bar acaba de clausurarse, aunque las ideas siguen en pie.
4. The Espresso Book Machine y Librerías itinerantes para la playa. Estas dos ideas vienen enseguida.The Espresso Book Machine es un artefacto reproductor de libros, que puede atender las necesidades de los usuarios que deseen comprar el libro en vez de pedirlo prestado si está disponible. El sitio web sigue habilitado y vigente.
El caso de las librerías itinerantes es un proyecto de Editorial Preguntario, una empresa colombiana que, como puede notarse en su blog, es muy activa en materia de actividades culturales. Puede verse en el sitio una fotografía con la cortina de libros que hicieron para exhibirlos en la playa.
5. Tienda de manga. El texto de Entrepreneur viene a continuación:

Algunas bibliotecas públicas han resguardado colecciones de cómics e historietas, pues notan que existe una demanda de los usuarios. Hace algunos años tuve la oportunidad de ver una de esas colecciones en la Biblioteca Pública Central de Aguascalientes, aunque entiendo que ya no existe. El primer sitio web que se indica no sigue, pero puede encontrarse información en el foro Otaku Kurotsuki de Querétaro (http://clubkurotsuki.foroactivo.com.es/forum.htm). Los otros dos sitios siguen activos.
6. Servicio de citas por Internet. A continuación el texto.

Las bibliotecas públicas y universitarias son lugares de encuentro, por lo que bien se podría explotar este potencial con una idea que introduzca modificaciones, quizá no sólo centrada en el encuentro amoroso sino en el intelectual. Aquí se requiere hacer benchmarking para sacar más jugo a esta idea en beneficio de las bibliotecas. Los tres sitios de Internet están activos, y sus diseños pueden ser copiados en nuestras bibliotecas para clubes de lectura, de ciencias, de conversación, etc.
7. Asesor de compras e imagen personal. El texto de Entrepreneur es el siguiente:Hace años, Óscar Saavedra dijo en el Encuentro de Bibliotecarios de la Península de Yucatán que en el futuro veríamos el imperio de la información deportiva y de entretenimiento. Por más repulsiva que nos parezca la idea de que nuestro mundo se enfile en este sentido, parece que sí se está incrementando la banalidad en nuestro entorno, por lo que las bibliotecas deben ver esto como un área de oportunidad para atraer usuarios con ideas novedosas. ¿Qué ocurriría si en la biblioteca tuviéramos personas de buen gusto dispuestas a asesorar a otros sobre cómo mejorar su imagen, o sobre qué les conviene comprar, quizá utilizando catálogos o el sitio de la Procuraduría del Consumidor? El siguiente paso podría ser tener asesores que recomienden cuáles lecturas visten mejor a las personas para charlar y dónde pueden adquirirlas.
Con este muestrario vemos que no faltan temas de reflexión, más bien están a la vuelta de la esquina, en cualquier revista comercial o en pláticas que podamos entablar con otras personas, de preferencia que no sean bibliotecarios. Sin embargo, este planteamiento apunta a dos cuestiones problemáticas en bibliotecología: La falta de comunicación hacia afuera de la disciplina y la falta de ideas que surjan de lo que está pasando a nuestro alrededor.
Mientras damos más forma a estas nociones, les recomiendo visitar los blogues de los bibliotecarios que se han volcado al diseño de muebles e interiores para los espacios bibliotecarios. Son los siguientes: Vagabondages (http://www.vagabondages.org), del francés Thomas Chaimbault, y Bibliodesign, de la brasileña Cláudia Tarpani (http://www.bibliodesign.com.br/bibliodesign). También puede verse la propuesta de la empresa mexicana Información Científica Internacional (ICI) con la Reingeniería de Servicios Bibliotecarios (RSB) en su sitio http://www.iciweb.com.mx/Bibliotecas/servicio.htm.
Los problemas indicados de comunicación y heurística, entre otros nombres que les podemos dar, son tan interesantes que debemos seguir tratándolos en otra ocasión.

Bibliografía
100 ideas para emprender (Sept. 2008). Entrepreneur. 16(9)45-109.